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Las reflexiones que aquí se presentan son personales, no comprometen a ninguna otra persona y pueden ser o no compartidas por el lector a quien respeto sus apreciones con la certeza de que en aspectos de opiniones no existen verdades absolutas.

martes, 3 de agosto de 2010

¿CORRUPCIÓN?


¿CORRUPCIÓN?

Es frecuente hablar de la inmoralidad que agobia al país y al mundo en general.
Pareciera que esta es solo de las esferas altas, así, hablamos de la corrupción del estado y nos quejamos porque tal político o cierto funcionario usa su investidura para dar empleo o contratos a sus amigos o a sus parientes.
Y qué decir cuando algunos gobernantes usufructúan del porcentaje en contrataciones.
Pero esto no es exclusivo de las entidades oficiales, también existe el "agi" en la empresa privada.
Es algo tan frecuente que se ha convertido en norma de la sociedad y tan descarada, que es usual escuchar: "todo el mundo lo hace" o "más bobo el que no lo haga".
Parece que lo que duele no es la trampa y el engaño o el abuso del poder, es el no hacerlo nosotros.
En muchos hogares han sido los padres los transmisores de estas prácticas al comentar cómo "tumbaron" a otro en un negocio o simplemente cuando manifiestan que ya tienen la "palanca" para el trabajo deseado.
En la escuela también se aprende la norma del más vivo. No hay que estudiar para ganar el año, hay que ser "astuto para la trampa", tener la capacidad de "convencer con una tierna mirada" u otras artimañas al profesor, e igualmente, existe la "palanca".
El poder del padre y del docente sobre los niños es grande, no tanto con la palabra cómo lo llega a ser con el ejemplo, de ahí que cuando el padre o el profesor usan su influencia para alcanzar ciertos propósitos no está más que enseñando el camino de la corrupción a sus hijos o a sus alumnos.
La corrupción e inmoralidad que nos agobia no se acaba con leyes.
Si bien, es difícil de sobreponer nuestro interés personal ante el interés común y de llegar a entender que en la medida en que se tenga una sociedad de buenas costumbres, que no es necesario "echar ventaja", y que con ello se lograría un mayor equilibrio y justicia social.
La corrupción y la inmoralidad hay que romperlas desde la casa y desde el colegio, no con discursos, sino con el buen ejemplo.
Quienes proclaman que todo
el mundo
lo hace solo tratan de justificar su propia falta de ética.
Pero es bueno saber que existen personas que creen en valores bien orientados, y que aunque esta práctica sea muy frecuente, no todos lo hacen, hay quienes tienen dignidad para ejercer su profesión y vivir con ética y que no se venden al mejor postor.

 
Eduardoe
Nov. 2003