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Las reflexiones que aquí se presentan son personales, no comprometen a ninguna otra persona y pueden ser o no compartidas por el lector a quien respeto sus apreciones con la certeza de que en aspectos de opiniones no existen verdades absolutas.

viernes, 24 de mayo de 2013

DEL HOMO SAPIENS AL INTERNAUTA



DEL HOMO SAPIENS AL INTERNAUTA

Recorrer la historia de la humanidad, desde los homínidos que se refugiaban en cavernas o en árboles para protegerse de los depredadores y de las mismas fuerzas de la naturaleza, lleva a evocar las vivencias sociales que estos  pudieron tener como clan o como tribu. Resulta difícil imaginar hoy, cómo un grupo reducido de personas en medio de una selva o llanura inhóspita podían pasar una noche sin las comodidades de un cuarto, una cama o un sillón, protegidos del frío con ramas y pieles, y  cuando aprendieron a dominar el fuego (para lo que pasaron muchas generaciones), reunidos alrededor de una fogata, sin el confort   del alumbrado eléctrico, sin TV,  sin internet, sin celulares…

La necesidad de subsistencia de estos, en desventaja frente a otros animales, los llevó a través de cientos de años a despertar la creatividad desarrollando el vestido, armas para defensa y caza, herramientas de trabajo, la manipulación del fuego, la construcción de viviendas. Dedicado en el día a la caza, al pastoreo, a la siembra,  por  la noche su casi única opción era contemplar el cielo y entregarse a la meditación en búsqueda de respuestas de los fenómenos naturales (el día, la noche, la luna, el sol, las estrellas, las lluvias, los relámpagos, el florecer de las plantas, el alumbramiento de los animales, la formación de los ríos , la sequía y las inundaciones, el agua y el fuego, la vida y la muerte…). Estos procesos de contemplación y abstracción fueron motores en la evolución y perfeccionamiento del cerebro adquiriendo la capacidad de razonar y reflexionar, desplegando la  inteligencia humana.

El vivir en grupo les daba mayor oportunidad de subsistir y el interactuar les permitía fortalecer la comunidad. Surgió así la necesidad de comunicación. La hoguera que brindaba calor, se convirtió en eje de reuniones y danzas, siendo esta una las  primeras formas  de transmitir conocimientos y conservar  tradiciones, fue el inicio del “hogar” (este es el significado de la palabra hogar: calor de hoguera).

La creatividad y el desarrollo tecnológico y cultural no ha cesado desde entonces, cada vez el hombre logra nuevos descubrimientos y avanza más en su proceso de invención.

¿Qué maravillosas fueron creaciones como la aguja de coser,  la rueda, la imprenta, la fotografía , la electricidad y la bombilla eléctrica, el teléfono, la televisión, la computadora, la internet, los teléfono móviles y los celulares inteligentes… estos que todavía nos están sorprendiendo?

Pero ¿qué ha quedado de esas noches, -sin energía eléctrica- acompañada por los sonidos de la naturaleza  y la visión del cielo, con estrellas fugaces desprendiéndose o una luna llena eclipsada por el paso de la tierra?

¿Qué ha quedado de esos hogares que se reunían a la hora de la cena para escuchar los cuentos de los abuelos, las fábulas y las tradiciones familiares?

La televisión acalló  y separó familias.  La internet individualizó la sociedad. Las amistades ya no surgen al calor humano, se crean con un “clic” en una minúscula pantalla a cientos y miles de kilómetros. Las máximas expresiones de la convivencia, el amor y el sexo, se idealizan en una pantalla.

Las grandes masas, ya no tienen que crear, todo está a la mano de un “clic”, si necesitas palabras dulces, solo da “copiar” y “pegar”; si necesitas insultar, da “copiar” y “pegar”; si necesitas un “pensamiento” ya para que pensar, da “copiar” y “pegar”; si necesitas hacer un cálculo matemático, para qué razonar, da “copiar” y “pegar”, si necesitas un lugar geográfico, ya no hay que viajar, da “copiar” y “pegar”; si necesitas un libro, una fórmula, una receta, una traducción, … da “copiar” y “pegar”…

Y de esa capacidad creativa y de abstracción, esa que permitió el entendimiento de estructuras lógicas, lingüísticas, matemáticas, planear y crear proyectos, el florecimiento de la inteligencia… ¿qué queda…?

Surge una nueva generación, masificada, en un mundo globalizado, sin capacidad de crear, razonar ni reflexionar, a merced de grupos minoritarios que tienen y manipulan el conocimiento y la economía mundial, que imponen a través de los  medios y a su conveniencia  desde la moda hasta las artes, desde la cultura hasta las ciencias, desde las relaciones familiares hasta la intimidad.

Grupos minoritarios, amos y dueños del mundo que lavan cerebros, creando autómatas resignados a su suerte, sin la menor intención de proyectar una mejor forma de vida, convencidos de vivir en un mundo feliz, a pesar de las carencias afectivas y económicas. 

Una masa humana, condenada al servilismo inconsciente, sus miradas ya no se dirigen a explorar el cielo, obnubiladas por las luces de la ciudad, no saben que es una noche estrellada. Como zombis  por las calles, en restaurantes y en discotecas, enajenadas, sus vidas y el mundo están en una minúscula pantalla que portan en sus manos.

Amalgama de seres, que sin darse cuenta son conejillos de indias en las que se prueban alimentos transgénicos, medicamentos, drogas,  virus, hormonas, armas químicas, biológicas  y radiactivas, con quienes se juega al terrorismo y a la guerra, y son piezas en el ajedrez de la economía mundial, la que se sustenta en el tráfico de narcóticos, armas y personas.

El hombre actual tiende a ser gregario, no en cuanto a que vive en comunidad, sino porque se está convirtiendo en dócil, mediocre y aborregado, y tiende a ser individualista, cruel e indolente con  el semejante, anárquico, irrespetuoso de las normas y transgresor de los valores.

¿Dónde quedó su inteligencia?, ¿esa que le permitió evolucionar y coronarse como amo de la tierra?